Tras la elección de Ratzinger tuve la impresión de que la Iglesia se había enrocado. Ahora las sensaciones son en principio muy diferentes: los gestos, el nombre de Francisco y el hecho de que sea jesuita me dan muchas esperanzas, espero no equivocarme.
Que Dios y San Ignacio guíen y ayuden a Francisco I, Obispo de Roma y Cabeza de la Iglesia.
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