Nuestra enviada especial al concierto de la OSPA del viernes nos cuenta su experiencia:
"En la primera obra, de Marco, había un momento que parecería que se tenía que llegar a un climax, que no llegaba, se quedaba en la meseta, faltaba el orgasmo.
La obra de Mahler, me llevó a una especie de estado de nirvana, de paz y sosiego, de tan delicada que era, lo malo fue cuando sonaron los aplausos, me interrumpieron en mi relajación, casi que me molestaron".
Por lo que se ve, Max sigue en su línea de no dejar que los instrumentos suenen con fuerza. Me pregunto si no tendrá astigmatismo y no puede leer en las partituras las ff y fff.
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