Hace muchos años que descubrí al apóstol Pedro, un tipo al que admiro y que me resulta muy entrañable. Un pescador del lago de Galilea, un buen hombre que dejó a durante un tiempo a su familia (mujer incluida) por seguir a Jesús y que tiene algunas actuaciones estelares a lo largo de los evangelios.
Por señalar algunas, cuando se enfrenta a Jesús en Galilea porque el Maestro habla de muerte y de cruz y a él no le cuadra, y acaba reconociendo "Con quién iremos, tú tienes palabras de vida eterna"; o cuando le pide a Jesús que le lave entero, no sólo los pies, o en la transfiguración cuando salta con el "¡Qué bien se está aquí! Hagamos tres tiendas".
Hoy hemos leído uno de esos pasajes entrañables: "Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero".
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