27 de febrero de 2010


La OSPA ayer sonó bien a pesar del director. El tal Roberto Forés más parecía un monigote al que le habían dado cuerda que un director. Los extraños gestos que hizo durante la obra de Dvorak "La bruja del mediodía" eran más propios de un payaso que de un director.

Los profesores hicieron lo mejor que se puede hacer en estos casos: dejaron de mirarlo. Y así tocaron, de memoria, concentrados en la partitura o mirando los compañeros y sólo por el rabillo del ojo seguían el compás, cuando el muñeco se dignaba a marcarlo, que no era siempre.

Muy bueno el oboísta Emanuel Abbühl.

2 comentarios:

  1. Absolutamente de acuerdo con lo de payaso y, a tenor de lo que se ha publicado últimamente, con un ego un tanto crecidito. Ale, pa Finlandia, chatín.

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  2. Gracias por su aparición en el foro de la ospa y por la crítica, siempre bien recibida desde las filas de la orquesta, para mejorar cada día y ofrecer la mayor calidad en nuestros conciertos para gente tan exigente y entendida.
    Si además por lo que veo en este blog el esquí es una de sus aficiones, otro punto más de unión con varios miembros de la orquesta a los que nos encanta la nieve.
    Un saludo de Fernando Zorita

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