Francisco de Javier era un dandy, todo lo hacía bien y la vida le sonreía en la Sorbona, hasta que llegó el "friqui" de Ignacio de Loyola y se empeñó en amedrentarle con la famosa frase "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?" Ignacio, como la gota contra la piedra, le comió el tarro al bueno de Francisco, y se lo ganó.
Javier acabó muriendo solo en la isla de Goa, a las puertas de China, pero feliz de haber vivido para Cristo.
Felicidades a los Javier, Xavi, Xabier y demás; en especial a mi ahijado Javi.
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