4 de diciembre de 2008
¿Y qué hago yo en el descampado?
Parte I. Por Miguel, Errante de la Tecla.
Corría el año 1976 cuando una limitadísima calculadora de bolsillo llegó a mis manos, aquella joya de la Casio, envidiada por mis compañeros de clase, apenas sabía hacer poco más que un porcentaje y no sé si una raíz cuadrada, pero todo lo que jugué con ella me llevo a obtener en su pantalla verde el valor “-0”.
Por suerte para mi, no fue la única máquina electrónica que entró en mi casa, el ser el menor de muchos hermanos me permitió ir jugando con las calculadoras que sucesivamente fueron llegando a la casa: una HP21, otra HP38F (ésta financiera y que admitía algo de programación que pronto exploré), pero el gran salto vino cuando uno de mis hermanos, ingeniero, me dejó enredar con su Sharp programable en BASIC. Aquello fue la locura.
Desde entonces fui probando, siempre con máquinas ajenas (tan sólo tuve durante una tarde a mi disposición el entrañable Spectrum) hasta que mi generosa madrina me regaló para mi solito, ya con 22 años (año 87) una Casio 790-P que todavía conservo. En ella practiqué el BASIC y aprendí nociones de Ensamblador, que emula a través del BASIC (si no, no se explica cómo un bucle en Ensamblador puede ser más lento que el equivalente en BASIC).
Me encontraba yo en Salamanca, empezaba Físicas, cuando llegó a la Residencia donde me alojaba el primer PC que pude tocar en mi vida, un vetusto Bondwell con un 8088 a 4,7 Mhz. Llegó a la casa y estuvo algunas semanas empaquetado, hasta que un día la curiosidad me picó y lo enchufé todo y conseguí que arrancase. Cuando salió el “prompt” probé mis conocidas sentencias de BASIC viendo con desesperación que casi todas, salvo “CLS” daban como resultado “Comando o nombre de archivo erróneo”.
Corría el año 1988 y aquel ingenio utilizaba, después lo supe, un sistema operativo creado (o robado, según se mire) por Microsoft, el MS-DOS, versión 2.0. Debo de ser una de las pocas personas en el mundo que se ha leído un manual completo de un sistema operativo. Sí, me lo leí enterito, después, eso sí, de que un iniciado, Nacho García-Velasco, me explicase los principios básicos y me dejase “espiarle” mientras lo configuraba.
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