Este país tiene algo de grotesco. El viernes más de dos millones y medio de personas se sentaban ante el televisor para ver qué contaba un delincuente, un condenado por chorizar dinero público, dinero de todos.
Se puede (y se debe) recriminar a la cadena que le pagó una pasta por tener esa entrevista. Se debe exigir a la fiscalía que controle que ese dinero vaya a parar a las arcas de las que el individuo sacó tanto para sí.
Pero lo siento, creo que debo recriminar al público que lo vio: ese día había que cambiar de canal para dejar claro que a esos tipejos no los apreciamos en nuestra sociedad. Pero no, la gente lo vio y además fue el programa más visto de la noche del viernes.
Pues creo que en este caso (y quizá en otros pero en este es evidente) el público se equivocó.
O quizá yo me equivoqué de país.
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