10 de octubre de 2008


La antimateria no ha tenido hasta ahora mucha influencia en la literatura de ficción, no sé por qué, pues a mi me parece que puede dar bastante juego.

Para los que no sepan de qué va esta copla, les hablaré de mis amigos los electrones.
Estos seres amigables se pasean con su carga negativa dándonos muchas alegrías por nuestros cables, por las antenas, bombillas, motores, ordenadores, radios y televisiones.

A los pobres electrones les hacemos de todo, y ellos, obedientes, se comportan exactamente como se predice y así nos ayudan a que funcionen todos esos aparatos y algunos más.

Pero hete aquí que Paul Dirac en 1928 predijo la existencia de un "electrón" igual en todo al anterior, en masa, en tamaño, en energía, pero con carga positiva. A esta partícula, detectada por primera vez en 1932, se la llamó positrón. Se da la circunstancia de que si un electrón y un positrón se encuentran, se aniquilan y se libera la energía correspondiente a la suma de las masas.

Aparentemente, electrones y positrones tenían en un principio la misma probabilidad de existir y permanecer, sin embargo, una asimetría radical ha inclinado la balanza del universo en favor del electrón y sus secuaces (protones, neutrones, fotones, etc). A este tipo de partículas que han perdido en el desarrollo cósmico se las conoce con el nombre de antimateria.

El otro día tres científicos de origen japonés han recibido el Premio Nobel de Física por su explicación de esta asimetría. Los trabajos de Nambu están en la base de la predicción de Higgs de su mediático bosón. Si se encuentra al famoso escurridizo (todo es posible: ya se ha conseguido encontrar a Rodríguez Menéndez y lo conocía menos gente) Peter Higgs tendrá su Nobel correspondiente.

Otro día hablaremos de fermiones y bosones, pero con calma.

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