28 de septiembre de 2008


La Fórmula 1 es un espectáculo eminentemente televisivo. Tras tener la oportunidad de asistir a un Gran Premio (Montmeló 2007) con todos los gastos pagados, puedo decir objetivamente que los espectadores estamos allí para que se vean los monigotes, que con un poco de coste, podrían ser reemplazados por tales como en Ben Hur.

Digo un poco de coste porque las entradas más baratas son unos 180 euracos, que la organización, además, se embolsa. El ambiente es agradable, pero al final terminas viéndolo en la pantalla gigante que tienes enfrente.

Lo dicho se multiplica por dos hoy, pues el espectáculo de Singapur ha sido maravilloso, pero el público ha tenido que ver lo mismo de poco, o aún menos, que en un circuito "normal". Lo de los focos y la noche, chapó. La iluminación de los rascacielos y el show televisivo, hoy con la pimienta servida por el accidente de Nelsinho Piquet, fantástica. Y cómo no: magnífica la victoria de Alonso tras un annus horribilis.

Hacía dos años que un Renault no ganaba. Y tuvo que ser Alonso de nuevo. Enhorabuena, Campeón.

Foto: R27 de Heikki Kovalainen en Montmeló, 13 de mayo de 2007.

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