Alguien dijo una vez que para ser político hay que ser capaz de tomarse un sapo en cada desayuno. Nuestro ZP estaba tan acostumbrado a tomarse los dulces de cada día, que el sapo partero del 30 de diciembre le ha provocado una indigestión descomunal.
En esa tesitura, los demás hacen lo que pueden, pero Rajoy no parece estar dispuesto ni a mover un dedo para acercarle el frasco de sal de frutas.
Lo malo es que la vomitona nos va a caer encima a todos.
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